Si, aunque nos parezca que fue hace no tanto tiempo, se acaban de cumplir ya los 25 años del mayor desastre nuclear nunca vivido, y que por paradojas de la historia, ha venido a coincidir con otro gran accidente nuclear, el segundo de mayor importancia hasta el momento, el de Fukushima.
Las consecuencias de Chernobyl más evidentes son las victimas, que directa o indirectamente sufrieron la furia de la radiación. El número de muertes es todavía una incógnita. Las cifras oficiales solo cuentan el personal del reactor que perecieron en la explosión y bomberos que ayudaron a su extinción. La ONU por otra parte, da cifras más elevadas en las que se incluye a las personas que murieron por la radiación que se liberó a la atmósfera. Pero que pasa con las otras victimas, aquellos que todavía están entre nosotros. Niños que nacieron con malformaciones, personas con alteraciones inmunológicas e hipersensibilidad, aquellos que han sufrido o seguirán padeciendo algún tipo de cáncer, etc.
Esa catástrofe que sucedió ya hace 25 años, sigue sumando victimas, y seguirá activa durante mucho tiempo. No es nada parecido a un desastre natural, que igual que viene, se va. La energía nuclear es todavía una desconocida en muchos campos y seguimos jugando con un elemento que fuera de ciertas condiciones, no sabemos controlar.
Hasta la fecha los residuos de estas plantas siguen siendo un problema, la seguridad en las centrales ha mejorado mucho, pero catástrofes como el de Fukushima son difíciles de predecir y tarde o temprano acaban pasando.
La energía es la sangre de nuestra sociedad, es vital para nuestro desarrollo, aunque algunas veces venga contaminada y pueda provocar nuestra propia destrucción. No podemos tenerlo todo, por lo deberíamos definirnos y elegir entre desarrollo a cualquier precio o desarrollo sostenible, más seguro, pero también más lento.
Saludos a todos desde Ecomania,
C&B
Las consecuencias de Chernobyl más evidentes son las victimas, que directa o indirectamente sufrieron la furia de la radiación. El número de muertes es todavía una incógnita. Las cifras oficiales solo cuentan el personal del reactor que perecieron en la explosión y bomberos que ayudaron a su extinción. La ONU por otra parte, da cifras más elevadas en las que se incluye a las personas que murieron por la radiación que se liberó a la atmósfera. Pero que pasa con las otras victimas, aquellos que todavía están entre nosotros. Niños que nacieron con malformaciones, personas con alteraciones inmunológicas e hipersensibilidad, aquellos que han sufrido o seguirán padeciendo algún tipo de cáncer, etc.
Esa catástrofe que sucedió ya hace 25 años, sigue sumando victimas, y seguirá activa durante mucho tiempo. No es nada parecido a un desastre natural, que igual que viene, se va. La energía nuclear es todavía una desconocida en muchos campos y seguimos jugando con un elemento que fuera de ciertas condiciones, no sabemos controlar.
Hasta la fecha los residuos de estas plantas siguen siendo un problema, la seguridad en las centrales ha mejorado mucho, pero catástrofes como el de Fukushima son difíciles de predecir y tarde o temprano acaban pasando.
La energía es la sangre de nuestra sociedad, es vital para nuestro desarrollo, aunque algunas veces venga contaminada y pueda provocar nuestra propia destrucción. No podemos tenerlo todo, por lo deberíamos definirnos y elegir entre desarrollo a cualquier precio o desarrollo sostenible, más seguro, pero también más lento.
Saludos a todos desde Ecomania,
C&B